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Con tan solo 200 parejas, el aguilucho lagunero malgache, también llamado « papangue » en francés, es una especie endémica de la isla de la Reunión clasificada « En peligro » [1]. Es la última ave rapaz que anida en la isla de la Reunión, y sobre todo en la Reserva de la Roche écrite y en la zona libre de adhesión al Parque nacional. Según los relatos de los primeros exploradores, debían existir en la isla una o dos especies de rapaces más antes de que llegara el hombre.
Este aguilucho, que vivía antes en una isla cubierta de bosques, es un especialista de la caza de aves con unas alas más cortas que las del resto de los demás aguiluchos. Con la llegada del hombre, que desbrozó la selva tropical para cultivar la tierra y construir ciudades, el aguilucho lagunero malgache tuvo que adaptarse al consumo de otras presas. Su régimen alimentario está compuesto principalmente de ratas (dos especies introducidas), aves, musarañas y lagartos (introducidos), así como del esqueleto de diferentes especies. Esta especie puede reproducirse durante todo el año, en función de la disponibilidad de los recursos alimentarios, pero lo más normal es que el período de reproducción empiece en diciembre. Su supervivencia choca con numerosas amenazas de origen antrópico en la Reunión.
A pesar de su estado de protección regulada, esta especie sigue siendo víctima de disparos o de capturas ilegales para enjaularla. La mortalidad no natural también está relacionada con las colisiones con cables eléctricos, ya que esta especie vuela a poca altura para cazar. El consumo de ratas envenenadas es la tercera causa de mortalidad de origen antrópico, ya que el uso que hacen los particulares del veneno para luchar contra las ratas introducidas no está lo suficientemente reglamentado.
Se llevará a cabo un proceso de concertación con EDF, la Cámara de agricultura y la Federación Departamental de Agrupaciones de Defensa contra los Organismos Dañinos (FDGDON) para establecer dispositivos de prevención de riesgos para la especie. También se sensibilizará a los guardias jurados sobre los retos para la conservación de la especie, y de este modo mejorar la vigilancia y llevar a cabo un seguimiento del número de multas y pleitos tratados. Además, se harán pruebas con un sistema de patrulla de voluntarios en una zona determinada, que más tarde se ampliará a todos los sectores sensibles de la isla, para recuperar lo antes posible las aves heridas o envenenadas durante los períodos de parada nupcial y de salida de los jóvenes del nido. Se pondrán a prueba protocolos de vigilancia del territorio y de coordinación entre los equipos y el centro de cuidados, así como las modalidades de puesta en libertad en el entorno natural tras el período de recuperación.
Se editarán y se publicarán una campaña de carteles y un folleto en los que se preconizarán ciertas técnicas en la isla para reforzar y valorizar los resultados.
[1] UICN, BirdLife International, 2008